Comercio justo

Nuestra comunidad es consciente de las enormes desigualdades que existen entre el Norte y el Sur. Mientras en el Norte vivimos en unas condiciones económicas buenas (aunque no todos), en el Sur mucha gente no tiene acceso a lo más básico y se dan situaciones de hambre, explotación infantil, abusos por parte de multinacionales, comercio de armas, degradación del medio ambiente, discriminación por razón de sexo, religión, raza, etc.

Además, muchos pueblos no tienen un libre acceso al mercado y las condiciones laborales en las que trabajan vienen impuestas «desde fuera» por otros intereses que no buscan el desarrollo integral de las personas y su dignidad, sino abaratar costes, pagando a los productores precios muy bajos. A menudo, los beneficios repercuten en intermediarios y distribuidores, que especulan con los productos mientras los campesinos trabajan en condiciones de pobreza y explotación.

Por esta razón, en los años 60 en Europa se inició un movimiento por un comercio alternativo, también llamado comercio justo, que apostara por la dignidad de los trabajadores, con criterios éticos, sociales y medioambientales, por encima de los puramente económicos. Paga un precio justo por el trabajo de los productores, se asegura de que los trabajadores lo han hecho en condiciones dignas, reduce el número de intermediarios, mantiene informado al consumidor sobre la procedencia, las condiciones de calidad y producción y cómo repercute el dinero del precio en la subsistencia de las cooperativas o microempresas en origen, y reinvierte el dinero en proyectos de desarrollo en el Sur y sensibilización en el Norte.Un grupo de voluntarios de la parroquia hemos decidido colaborar en esta iniciativa, vendiendo estos productos un domingo al mes en la puerta de la parroquia después de la eucaristía. También tenemos intención de hacerlo en otros lugares, participar en el trabajo por un consumo responsable y la reflexión sobre los retos que afrontará el comercio justo en el presente y el futuro.